POTESTADES
Y PRINCIPADOS.- (D) (45)
Si la comparamos con la que, en mi
opinión, constituye las mejor de las teorías antropológicas de lo social, la
teoría sobre la "trascendencia social" de Durkheim, podremos
comprender mejor la doctrina neotestamentaria de las potestades.
El gran sociólogo descubrió en las
sociedades arcaicas una fusión de lo religioso y lo social análoga a la paradoja
innata de las potestades y los principados.
La unión de estas dos palabras
"trascendencia" y "social", ha sido muy criticada. Las
almas apasionadas por la ciencia exacta ven en ello una traición a ésta en
beneficio de lo religioso, y los espíritus religiosos, al contrario, una
traición a lo religioso en beneficio del cientificismo.
Antes de criticar, primero hay que
intentar comprender el esfuerzo de un pensador cuyo objetivo es superar las
abstracciones gemelas de los teóricos de su tiempo y del nuestro. Un pensador
que hace todo lo que puede por enfrentarse al problema que en el estudio de las
sociedades plantea la combinación de inmanencia real y poder
"trascendental". Aunque arraigada en la mentira, la falsa
trascendencia de lo religioso violento resulta efectiva mientras todos los
miembros de la comunidad la respeten y obedezcan.
Por legítima que resulte esta equiparación
con Durkheim, me parece excesivo definir como "durkheinianas" las
tesis que defiendo. No hay en Durkheim ni ciclo mimético, ni mecanismo de la
víctima única, ni, sobre todo, la cuestión que ahora voy a abordar: la de
la insuperable divergencia entre las religiones arcaicas y lo judeocristiano.
René Girard, Veo a Satán caer como el
relámpago, Barcelona, Ed. Anagrama.
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