LA
DOBLE HERENCIA DE NIETZSCHE.- (D) (76)
A pesar de sus innumerables víctimas, la
empresa hitleriana acabó fracasando. Y lejos de ahogar la preocupación por
ellas, aceleró su progreso. Pero la desmoralizó totalmente. El hitlerismo se
venga de su fracaso desesperanzando la preocupación por las víctimas,
haciéndola caricaturesca.
En un mundo en el que el relativismo, al
parecer, ha triunfado sobre lo religioso y sobre todo "valor"
derivado de lo religioso, la preocupación por las víctimas está hoy más viva
que nunca.
Al orgulloso optimismo de los siglos XVIII
y XIX, convencidos de que el progreso técnico y científico sólo a ellos se
debería, ha sucedido, en la segunda mitad del siglo XX, un negro pesimismo.
Aunque comprensible, esta reacción resulta tan excesiva como la arrogancia
anterior.
Vivimos en un mundo, ya lo he dicho antes,
que no hace más que reprocharse de manera sistemática, ritual, su propia
violencia. Y nos las arreglamos para transponer nuestros conflictos, incluso
los que menos se prestan a esta transposición, al lenguaje de las víctimas
inocentes. El debate sobre el aborto, por ejemplo: sea a favor o en contra,
siempre elegimos nuestro campo en interés de las "verdaderas
víctimas". ¿Quién merece más nuestras lamentaciones, las madres que se
sacrifican por sus hijos o los hijos sacrificados en loor del hedonismo
contemporáneo? Ésta es la cuestión.
Aunque los nihilismos de extrema izquierda
se sientan tan atraídos por Nietzsche como los de extrema derecha, evitan sacar
de nuevo a la palestra la deconstrucción quintaesencial, la que recae sobre la
preocupación por las víctimas. Tras el fracaso del nazismo, ninguna
deconstrucción, ningún desmitificador, ha atacado ese valor. Y, sin embargo, es
ahí donde para Nietzsche se jugaba el destino de su pensamiento.
René Girard, Veo a Satán caer como el
relámpago, Barcelona, Ed. Anagrama.
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