EL CICLO DE LA VIOLENCIA
MIMÉTICA.- (D) (17)
La
víctima de un apasionamiento mimético es elegida por el propio mimetismo, y ‘sustituye’ a todas las demás víctimas
que la masa hubiera podido elegir de haber sucedido las cosas de otra forma.
Las sustituciones ocurren espontáneamente, de forma invisible, a favor del
ruido y la furia que por todas partes se propaga. (En el caso de Jesús, y más
adelante volveremos sobre esto, intervienen otros factores, que nos impiden
considerarlo una víctima del azar, en el sentido en que lo son la mayor parte
de las víctimas de su misma clase).
Pilato es un juez demasiado experimentado para
no darse cuenta del papel de las sustituciones en el caso que se le pide que
juzgue. Los evangelios, por otra parte, comprenden su punto de vista y hacen
que lo compartamos con el famoso episodio de Barrabás. El escrúpulo romano por
la legalidad aconseja a Pilato no entregar a Jesús o, dicho de otra forma, no
ceder ante la masa Pero sabe también que ésta no va a calmarse sin víctima. De
ahí que le brinde una compensación: hacer morir a Barrabás a cambio de Jesús.
Desde
el punto de vista de Pilato, Barrabás tiene la ventaja de estar ya legalmente
condenado. Su ejecución no constituye infracción alguna de la legalidad. La
principal preocupación de Pilato no es impedir la muerte de un inocente, sino
impedir, en la medida de lo posible, unos desórdenes que podrían perjudicar a su
reputación como administrador en las altas esferas imperiales. El hecho de que
la masa rechace la sustitución por Barrabás no significa, en absoluto, que los
evangelios acusen al pueblo judío, en su conjunto, de un odio inmisericorde
hacia Jesús. Durante mucho tiempo favorable a Jesús, vacilante después, la masa
no da muestras de una decidida hostilidad hasta el momento paroxístico de la
Pasión, una diversidad de actitudes muy característica, por lo demás, de las
masas miméticas. Una vez establecida la unanimidad, la masa se encarniza con la
víctima que ya ha condenado sin necesidad de proceso, y se niega a canjearla
por otra. La hora de las sustituciones ha pasado, y suena entonces la de la
violencia unánime. Y Pilato lo comprende. Por eso, cuando ve que la masa
rechaza a Barrabás, inmediatamente le entrega a Jesús.
(René
Girard, Veo a Satán caer como el relámpago, Barcelona, Ed. Anagrama.)
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