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miércoles, 20 de enero de 2021

EL CICLO DE LA VIOLENCIA MIMÉTICA.- (E) (18)

EL CICLO DE LA VIOLENCIA MIMÉTICA.- (E) (18)

Reconocer lo que tiene de corriente, de trivial incluso, la crucifixión permite comprender una de las cuestiones propias de la figura de Jesús, la de la semejanza’ entre su muerte y las persecuciones sufridas por muchos profetas anteriores a él.

Todavía en nuestros días abundan los que piensan que, si los evangelios equiparan la muerte de Jesús a la de los profetas, es con objeto de estigmatizar exclusivamente al pueblo judío. Algo que ya pensaba, por supuesto, el antisemitismo medieval, en cuanto basado, como todo antisemitismo cristiano, en la incapacidad de comprender la verdadera naturaleza e infinita ejemplaridad de la Pasión. Error que hace mil años, en una época en la que la influencia cristiana no había penetrado tan profundamente en nuestro mundo, resultaba más excusable que hoy.

 La interpretación antisemita desconoce la intención real de los evangelios. Lo que explica el odio de las masas hacia los seres excepcionales, como Jesús y los profetas, no es la pertenencia étnica o religiosa, sino, evidentemente, el mimetismo.

Los evangelios sugieren que en todas las comunidades, y no sólo en la judía, existe un proceso mimético de rechazo cuyas víctimas preferidas son los profetas, como ocurre en alguna medida con todos los seres excepcionales’, esos individuos que, por diversas razones, no son como los demás. Las víctimas pueden ser lisiados, inválidos, indigentes miembros de pueblos o razas considerados inferiores, o retrasados mentales, pero también grandes reformadores religiosos, como Jesús o los profetas judíos, o, en nuestros días destacados artistas o pensadores. Todos los pueblos tienden a rechazar, con diversos pretextos, a quienes no encajan en su concepción de lo normal y corriente.

Si comparamos la Pasión con los relatos de las violencias sufridas por los profetas, comprobaremos que en todos los casos, en efecto, se trata de violencias bien directamente colectivas, bien de inspiración colectiva. La semejanza’ señalada por Jesús es de lo más real y no puede limitarse a las violencias descritas en la Biblia, como no tardaremos en ver. El mismo tipo de víctima aparece en los mitos.

Así pues, hay que interpretar de forma muy concreta la frase de Jesús sobre la analogía entre su propia muerte y la de los profetas. Para confirmar la interpretación realista que propongo, hay que comprar la Pasión no sólo con las violencias contra los profetas judíos narradas en el AT, sino también con las que relatan los evangelios al referirse a la ejecución de quien éstos consideraban el "último de los profetas", Juan Bautista.

(René Girard, Veo a Satán caer como el relámpago, Barcelona, Ed. Anagrama.)

 

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