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miércoles, 20 de enero de 2021

EL CICLO DE LA VIOLENCIA MIMÉTICA.- (F) (19)

EL CICLO DE LA VIOLENCIA MIMÉTICA.- (F) (19)

Para "verificar" la doctrina de Jesús, y puesto que Juan Bautista es un profeta, su muerte violenta deberá asemejarse’ a la muerte violenta del Nazareno. Lo que significa que deberíamos encontrar también, en el caso del Bautista, el apasionamiento mimético y los demás rasgos esenciales de la Pasión. Y, efectivamente, los encontramos. No es difícil observar que todos esos rasgos aparecen en los dos evangelios que contienen el relato de la muerte del Bautista, los más antiguos, los de Marcos y Mateo.

Como en la crucifixión, el asesinato de Juan Bautista no es directamente colectivo, sino de inspiración colectiva. En ambos casos hay una autoridad, la única que puede decretar la muerte y que, al final, la decreta, pese a su deseo personal de librar a la víctima de ella: Pilato y Herodes, respectivamente. En ambos casos, si la autoridad renuncia a su deseo y ordena en último extremo la ejecución de la víctima, lo hace por razones miméticas, para no enfrentarse con una multitud violenta. De mismo modo que Pilato no se atreve a enfrentarse con la masa que exige la crucifixión, Herodes no osa enfrentarse con sus invitados, que le piden la cabeza de Juan.

En ambos casos el desenlace es el resultado de una crisis mimética. En el episodio del profeta, la crisis del matrimonio de Herodes con Herodías. Juan reprocha a Herodes la ilegalidad de su boda con la mujer de su hermano. Herodías quiere vengarse, pero Herodes protege al Bautista. Para forzar su decisión, la esposa amotina contra su enemigo a la muchedumbre de invitados al gran banquete de aniversario de su esposo.

Para azuzar el mimetismo de ese tropel y transformarlo en sanguinaria jauría, Herodías recurre a ese arte considerado por los griegos el más mimético de todos, el más idóneo para movilizar contra la víctima a los participantes en un sacrificio: la danza. Herodías hace bailar a su propia hija, quien, inducida por su madre, pide como premio a su actuación la cabeza de Juan, petición apoyada unánimemente por los invitados.

Las semejanzas entre este relato y la Pasión resultan notables, sin que quepa hablar aquí de nada parecido a un "plagio". Ninguno de los dos textos es "copia" del otro. Sus detalles son muy diferentes. Es su mimetismo interno lo que los hace semejantes, un mimetismo representado en ambos casos con idéntica fuerza y originalidad.

Por tanto, en el plano antropológico, la Pasión es más típica que única: ejemplariza el gran tema de la antropología evangélica, el mecanismo victimario que apacigua a las comunidades humanas y, al menos provisionalmente, restablece su tranquilidad.

(René Girard, Veo a Satán caer como el relámpago, Barcelona, Ed. Anagrama.)

 

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