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jueves, 21 de enero de 2021

ES PRECISO QUE LLEGUE EL ESCÁNDALO.- (C) (7)

ES PRECISO QUE LLEGUE EL ESCÁNDALO.- (C) (7)

La naturaleza mimética del deseo explica el mal funcionamiento habitual de las relaciones humanas. Nuestras ciencias sociales deberían considerar un fenómeno que hay que calificar de normal’, mientras que, al contrario, se obstina en estimar la discordia como algo accidental, tan imprevisible, por consiguiente, que es imposible tenerla en cuenta en el estudio de la cultura.

No sólo nos mostramos ciegos ante las rivalidades miméticas en nuestro mundo, sino que las ensalzamos cada vez que celebramos la pujanza de nuestros deseos. Nos congratulamos de ser portadores de un deseo que posee la capacidad de "expansión de las cosas infinitas", pero no vemos, en cambio, lo que esa infinitud oculta: la idolatría por el prójimo, forzosamente asociada a la idolatría por nosotros mismos, pero que hace muy malas migas con ella.

Los inextricables conflictos que resultan de nuestra doble idolatría constituyen la fuente principal de la violencia humana. estamos tanto más abocados a sentir por nuestro prójimo una adoración que se transforme en odio cuanto más desesperadamente nos adoramos a nosotros mismos, cuanto más "individualistas" nos creemos. De ahí el famoso mandamiento del Levítico, para cortar por lo sano con todo esto: "Amarás al prójimo como’ a ti mismo", es decir, lo amarás ni más ni menos que a ti mismo.

La rivalidad de los deseos no sólo tiende a exasperarse, sino que, al hacerlo, se expande por los alrededores, se transmite a unos terceros tan ávidos de falta de infinitud como nosotros. La fuente principal de la violencia entre los hombres es la rivalidad mimética. No es accidental, pero tampoco es fruto de un "instinto de agresión" o de una "pulsión agresiva".

(René Girard, Veo a Satán caer como el relámpago, Barcelona, Ed. Anagrama.)

 

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